Gobierno sólo se toma la foto, pero abandona a los damnificados

Los-destrozos-en-Tixtla-Guerrero-Foto-Ezequiel-Flores-440x247Guerrero, Septiembre 18 (2013).-  Una tercera parte de este municipio quedó bajo el agua debido al desbordamiento de la laguna de Tixtla de Guerrero, conocida como “Espejo de los dioses”. Sin la ayuda del gobierno, pobladores, normalistas de Ayotzinapa y guardias comunitarios hacen de todo por sobrevivir a la tragedia provocada por la tormenta tropical Manuel.

En lanchas, balsas improvisadas y nadando en medio de aguas negras, decenas de tixtlecos se apoyan para rescatar sus bienes, conseguir víveres y resguardar sus viviendas ante la rapiña que se ha desatado en las últimas horas. A bordo de una lancha, Apro realizó un recorrido por esta localidad –ubicada a 20 minutos de la capital guerrerense–donde los pobladores conformaron tiempo atrás un grupo de autodefensa ante la falta de seguridad que azota a gran parte de la entidad.

El único acceso de Chilpancingo a Tixtla –previo pago de 20 pesos– es por un libramiento, debido a que la carretera federal que conecta la región Centro con la Montaña se encuentra obstruida por grandes rocas.

Militares privilegian a turistas VIP; los pobres, a la cola

“Vea cómo los meten, puro rico y hasta los escoltan, y los pobres nos quedamos aquí”, se escuchó el grito a media trifulca entre militares con insignia del DN-III y turistas enardecidos no sólo por las quemaduras del sol y las 17 horas de espera para abordar un avión que los regresara a casa; también por la evidente discriminación que sufrieron en la base área militar Pie de la Cuesta.

Durante toda la mañana de este miércoles vieron desfilar automóviles de los que bajaban turistas VIP que, sin haber hecho fila, pasado hambre y dormido a la intemperie, como todos, de inmediato eran pasados a la pista para abordar el siguiente vuelo que los llevara a la ciudad de México. Lejos de las penurias. “¡No nos han pelado, están metiendo gente!”. “Nomás pasa gente inflada y la jodida acá se queda”. “¡Nos tratan como perros, no vuelvo a Acapulco!”.

Eran los gritos de la gente en pleno enfrentamiento con los militares que les impedían acercarse a la pista, mientras frente a ellos corrían parejas seguidas por sus empleadas domésticas que les cargaban a los hijos, sobrinas de militares (una de ellas llamada María Fernanda Rubio) con todo y sus cuates, ejecutivos de empresas, turistas con piel casi transparente y “niñas bien”, sin un pelo fuera de su lugar, vestidas como para un catálogo de moda vacacional.

Uno de los militares, envalentonado, gritaba a la turba que se callara y lo dejara hacer su trabajo. “Pronto van a pasar”, les dijo a los inconformes que ya lo rodeaban. Otro militar impidió que la pelea siguiera. “Nos hacen para un lado y vemos cómo entra y entran camionetas con conocidos de ellos, puros importantes que nomás vemos que se toman fotos”, se quejó la comerciante tepiteña Alejandra Gómez, quien hacía la penúltima fila antes de llegar a la fila definitiva para abordar alguno de los aviones militares dispuestos para la evacuación de personas.

A partir de las 10 de la noche de ayer comenzaron a llegar a Acapulco camiones cargados de policías militares, con permiso para portar armas (cada uno llevaba su fusil y una pistola). “Han salido fuerzas de apoyo para casos de desastre y están saliendo otros de seguridad para proteger a la población civil en los casos en que se requiera y evitar pillaje. Y todavía se requieren más”, explicó anoche uno de los militares que coordinaba los vuelos.

Información y foto: Proceso